I
maginémonos un parque de estilo caribe francés en medio de una ciudad colonial amurallada, integrador, con un trazado concéntrico. La Gobernación de Bolívar abrió un concurso para el diseño del plano, y lo ganó el barranquillero Pedro Malabet. El cartagenero Luis Felipe Jaspe Franco diseñó la ornamentación, la cual incluyó sus imponentes entradas, tres esculturas y el obelisco. Jaspe también fue el constructor.
La idea nace a comienzos del siglo XX, para conmemorar los 100 años de la independencia de Cartagena para el 11/11/1911, de allí su nombre Centenario. En el centro se levanta el obelisco de 65 pies, poco más de 20 metros, en memoria precisamente a los firmantes del acta de la independencia de 1811. Su impecable diseño coronado por un cóndor sobre una esfera en bronce fue donado por el consulado británico. Las esculturas sobre las tres principales entradas representan la Libertad, la Juventud y el Trabajo. Jaspe dibujó los bocetos que luego fueron enviados a Italia donde se esculpieron.
Este parque junto con el Camellón de los Mártires fueron el epicentro de las celebraciones de las fiestas de la Independencia en 1911. Ambas construcciones, junto con el Mercado Municipal, también diseñado y construido por Jaspe (1904), fueron clave para integrar de manera permanente los barrios de la zona amurallada, hoy conocidos como Centro y San Diego, a Getsemaní. Este último también fue amurallado. Estas obras movieron el centro de gravedad de la ciudad antigua, que estaba en la Plaza Mayor, a la zona conformada por estas 3 obras, la cual fue llamada a comienzos del siglo XX la Sala de Cartagena y que remataba en otra obra de Jaspe, la famosa Torre del Reloj (1888). La integración geográfica y urbanística que logra Jaspe con estas obras tendría también impacto positivo en el ámbito social.
Este parque junto con el Camellón de los Mártires fueron el epicentro de las celebraciones de las fiestas de la Independencia en 1911.
El parque Centenario aún cumple su función social como lugar para recreación pasiva, interacción y encuentro social. Aunque se transformaron las jardineras y con estas el espacio disponible para los peatones, la arborización permite la circulación de personas en una ciudad caribeña. Su fauna es un atractivo adicional para los visitantes.